«No me parece que la luciérnaga extraiga mayor suficiencia del hecho incontrovertible de que es una de las maravillas más fenomenales de este circo, y sin embargo basta suponerle una conciencia para comprender que cada vez que se le encandila barriguita el bicho de luz debe sentir como una cosquilla de privilegio». Hola. Sé que no me extrañaste, y que lees esto a forma de archivo. Realizo esta entrada para justificar los dos años de ausencia pero tú no sufriste aquello, tú sólo lees en cierta continuidad. Lo cierto es que durante estos dos años estuve pensando en la frase inicial, escrita por Cortázar en Rayuela. El contexto es lo demás, me interesa demasiado la metáfora propuesta. Y ya. Lo otro es una colección de recuerdos poco prolijos. Mucha escritura, videojuegos, un trabajo, gente que va y viene. Cierta melancolía. No te perdiste de nada.
Tengo reflexiones peregrinas sobre privilegios, la contienda política actual y ciertas situaciones sociales. Reflexiones peregrinas. La época de lo diferente. Música, lecturas, reseña de videojuegos. Y una amargura larga, fuerte, profunda. Bienvenido a mi show de lo extraño.
Continuando con la reflexión inicial de aquella frase, quisiera decir que proyectar una conciencia humana en objetos u otros seres vivos termina por humanizar o socializar ciertos valores. En lo moral hemos de conocer cierta subjetividad en las acciones, y cierto elemento regulador. Parecen equivocas aquellas manifestaciones humanas que buscan el ethos. Las juzgamos y satanizamos, negando una condición particularmente natural en el hombre y es el deseo. El deseo puede llegar incluso a destruir una mente. Y cuando existe una diferencia significativa, un motivo de admiración ajena, suelen aumentar en la mente del individuo una narrativa elevada de sí mismo. Otra cosa sería el narcisismo, un abismo entre lo uno y lo otro; o tal vez no, dando vuelta a la página de la fragmentación del conocimiento, tal vez siempre hemos coexistido en sociedades con complejos trastornos de identidad, acaso ¿Qué es eso sino la expresión contundente de lo que es distinto y alternativo? Alterno a la simpleza, a lo aburrido del orden y lo metódico. Sólo de una crisis puede surgir una revolución. Nada cambia si todo está estático, impasible, inmutable. Sólo hay transformación a través del caos, y quizá ese sea el quid de la cuestión humana: nuestra idea espontanea de progreso, de posesión y conquista.
Tengo reflexiones peregrinas sobre privilegios, la contienda política actual y ciertas situaciones sociales. Reflexiones peregrinas. La época de lo diferente. Música, lecturas, reseña de videojuegos. Y una amargura larga, fuerte, profunda. Bienvenido a mi show de lo extraño.
Continuando con la reflexión inicial de aquella frase, quisiera decir que proyectar una conciencia humana en objetos u otros seres vivos termina por humanizar o socializar ciertos valores. En lo moral hemos de conocer cierta subjetividad en las acciones, y cierto elemento regulador. Parecen equivocas aquellas manifestaciones humanas que buscan el ethos. Las juzgamos y satanizamos, negando una condición particularmente natural en el hombre y es el deseo. El deseo puede llegar incluso a destruir una mente. Y cuando existe una diferencia significativa, un motivo de admiración ajena, suelen aumentar en la mente del individuo una narrativa elevada de sí mismo. Otra cosa sería el narcisismo, un abismo entre lo uno y lo otro; o tal vez no, dando vuelta a la página de la fragmentación del conocimiento, tal vez siempre hemos coexistido en sociedades con complejos trastornos de identidad, acaso ¿Qué es eso sino la expresión contundente de lo que es distinto y alternativo? Alterno a la simpleza, a lo aburrido del orden y lo metódico. Sólo de una crisis puede surgir una revolución. Nada cambia si todo está estático, impasible, inmutable. Sólo hay transformación a través del caos, y quizá ese sea el quid de la cuestión humana: nuestra idea espontanea de progreso, de posesión y conquista.
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